El concepto y/o expresión “movimiento energético” se utiliza, cada día, con mayor frecuencia. Lo que no se dice con tanta frecuencia es su significado, cuando comienza, o, cuando identificamos o reconocemos ambas cosas.
Cuando se desequilibra el estado de salud, hay un enorme abanico de posibilidades terapéuticas, cada una a su manera proporciona la oportunidad de realizar “un movimiento energético”.
Pero, cuando comienza “el movimiento energético”?
El combo que se puede armar con las causas es vario pinto: la alimentación, el stress, las relaciones, la contaminación, el cambio climático, etc, etc.…..todo lo que viene de afuera.
Que pasa con el relacionamiento interno?
En la antigüedad culturas muy distantes en el espacio y en el tiempo, sostienen que el movimiento energético empieza en ese lugar y en ese momento, cuando desatendemos el vinculo con nuestro ser interno.
Es necesario recuperar la practica de la atención, como sinónimo de enfoque, de a-tensión (no tensión), estar relajado, en el presente, activo en el aquí y el ahora.
La practica de estar en el propio hacer, y nada mas.
Cualquier distracción que nos lleva a una zona de confort innecesaria, nos saca del rumbo de dicho hacer, y el ser interno pierde la capacidad de respuesta a los vínculos que tiene con el exterior, desequilibrando todos los niveles de la estructura.
Recuperar el rumbo es el objetivo primordial del proceso terapéutico, sin importar su naturaleza, no es suficiente con anestesiar u opacar los signos y síntomas que se manifiestan en la superficie.
Invitamos a reflexionar, tomar las riendas del propio movimiento energético y empezar a transitar por un camino mas autentico, sin importar las opiniones de los demás o deslumbrarse con las luminarias de moda.
Como decía un amigo de la adolescencia: “tenemos que jugar mas al Antón Pirulero” y que cada cual este atento a su juego.
Muy interesante e importante el tema tratado, da motivo para aclarar y ampliar algunos conceptos inherentes a este “Movimiento energético”.
Hoy en día muchos recurren al “Movimiento energético” como si fuera la panacea para mejorar la salud, para el bienestar corporal, físico y mental. Se trata todo con demasiada superficialidad, los profesores, los maestros de las variadas técnicas proliferan como los brotes en primavera y nunca llegamos a darnos cuenta que no es suficiente “meditar”, vivir el “Aquí y Ahora”, practicar las muchas terapias hoy de moda, si no se tiene claro qué es este “Movimiento energético”. Este no empieza y no se evidencia cuando hay un desequilibrio en el cuerpo. El Movimiento energético se da desde el primer momento de nuestra existencia y define lo que será nuestra vida.
Podemos definir “Movimiento energético” como la vida misma y la característica más importante de la vida no es su forma externa, más bien las dinámicas internas que crean y sostienen esta forma. Las dinámicas internas que sostienen esta forma son por sí mismas “Movimiento energético”. La práctica constante de algunos ejercicios, de algunos tratamientos, nos ayudan seguramente a mejorar nuestro estado de salud, pero esto no significa que aprendemos a expresar la vida que está en nosotros.
Se reconoce la necesidad de movimiento cuando la salud está comprometida y a este punto todo el mundo descubre que necesitamos “movernos”, el médico invita a caminar, a nadar, los más espirituales a practicar Tai Chi, Qi Gong, Yoga, Pilates, todo lo que la moda de hoy invita, cuanto más Bio, Natural, Orgánico, y costoso más atractivo.
La verdad es que cualquier actividad, arte, danza, deporte o lo que sea, puede ser terapéutico pero no todos permiten evidenciar y reconocer nuestra individualidad.
Todos los movimientos sirven si nos hacen reflexionar sobre la vida, sobre nuestra vida, solo a este punto se pueden definir “Energéticos”. Nos permiten entrar en contacto con la parte más profunda de nosotros mismos, escucharla y dejarnos llevar da ella. Este ser profundo que necesitamos escuchar es el responsable de la circulación energética, de este movimiento energético y este no puede más que ser el Corazón, el Soberano de todos los órganos.
Entonces, ¡bienvenida alegría!
Bienvenido Antón Pirulero, bienvenido este juego y todos los juegos que nos hacen poner atención a lo que realmente somos.